Eclipse
Ayer hubo un eclipse
Eclipse y abismo
Y miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se volvió negro como cilicio, y la luna se volvió como sangre (Ap. 6:12).
Eclipse en Heliópolis
Epístola de Dioniso Areopagita a Policarpo, Obispo:
Pregúntale entonces: "¿Qué dirás del eclipse solar ocurrido cuando pusieron en cruz al Salvador?" Entonces estábamos los dos en Heliópolis y ambos presenciamos el fenómeno extraordinario de la luna ocultando al sol sin que hubiera llegado aún el tiempo para aquella coincidencia. Desde la hora nona hasta el atardecer estuvo portentosamente situada frente al sol.
Recuérdale también algo que él conoce. Vimos la luna, que comenzaba a ocultar el sol por el oriente, cruzó al lado opuesto al sol y retrocedió por el mismo sendero. De manera que las tinieblas y la luz iban apareciendo en sentido diametralmente opuesto. Estos fueron los prodigios que sucedieron entonces. Cristo únicamente puede hacerlos. El es causa de todo, "el que hace cosas tan grandes e insondables, maravillas sin número".
Epístola de Dioniso Areopagita a Apolófanes:
Porque, cuando todo el orbe se hubo oscurecido por completo, por una negra niebla de tinieblas, y el disco del sol comenzó de nuevo a purificarse y a brillar de nuevo, entonces, tomando la mesa de Filipo Arídico, y contemplando los orbes del cielo, aprendimos, lo que por otra parte era bien sabido, que un eclipse de sol no podía, en aquel momento, ocurrir.
Por lo tanto, yo, ya que era incapaz de comprender un misterio tan grande, me dirigí a tí: "¿Qué piensas de esto, oh Apolófanes, espejo del saber?" "¿De qué misterios te parecen indicios estos portentos desacostumbrados?" Tú entonces, con labios inspirados, más que con habla de voz humana, dijiste: "Son, oh excelente Dionisio, cambios de las cosas divinas." Al fin, cuando hube tomado nota del día y del año, y hube percibido que, ese tiempo, por sus signos testimoniales, concordaba con lo que Pablo me anunció una vez cuando yo estaba colgado de sus labios, entonces di mi mano a la verdad, y liberé mis pies de las mallas del error.
Eclipse


Θεοκλύμενος - Theoklymenos
Odisea, 20, 150ss:
Y Teoclímeno, a un dios semejante, tomó la palabra:
¡Desgraciados! ¿Qué mal os aflige? Sumidos en noche
vuestros rostros están, las cabezas, las mismas rodillas;
el sollozo os abrasa, las caras se os cubren de llanto;
las paredes chorrean de sangre, las vigas hermosas;
el vestíbulo llenan y pueblan el patio fantasmas
que las sombras se lanzan del Érebo; el sol en el cielo
se ha eclipsado, una niebla funesta recúbrelo todo…
Más eclipses
Eclipse
Virgilio, Geórgicas, I:
Finalmente, la estrella de la tarde
y cuanto astro arde
en la celeste altura
todos penden del Sol. — Al Sol divino
¿quién osará acusarlo de impostura?
Él los planes ocultos
revela de continuo
y las conspiraciones y tumultos
que son las tempestades de la guerra.
Él, muerto César, se apiadó de Roma;
veló entre sombras su fulgente coma;
y la generación aquella impía
creyó que para siempre anochecía.





